7 segundos

Imagina que una tarde compras en un supermercado un cassette que no esperabas comprar.

Imagina que escuchas el cassette, maldices, sigues escuchando, vuelves a maldecir, afinas la oreja, te tranquilizas, la música no está mala, tu compra tiene sentido.

Imagina que tu cassette se convierte en 4 CD’s (originales, por supuesto) y un par de DVD’s (piratas, por supuesto), que es lo más cerca que un peruano promedio puede estar de esa música.

Imagina que 10 años después, te enteras que no vienen a Perú (qué novedad) pero si a Chile (qué novedad) y entre chanchos quebrados y monedas ajenas, logras colarte con un viaje y una entrada para verlos en vivo.

Imagina que los ves más vivo y en directo de lo que pensabas verlos: caminas a su costado, les sacas fotos, autógrafos y el dedo medio al cantante como respuesta a tu saludo.

Imagina que haces cola durante 8 horas para seguirlos de cerca y como en cualquier parte menos en Perú tu espera da frutos, terminas en primera fila.

Imagina que luego de hora y media, con la garganta hecha mierda y 25 instantáneas que eternizarán el momento encaletadas en tu bolsillo derecho, te dicen que saliste en la pantalla gigante del concierto, muy feliz, muy fan, muy huevón.

Imagina que 1 año, 4 meses y un día cualquiera después, te topas con un video que no te esperabas topar:

Andy Warhol dijo en 1972 (sic) que en el futuro todos íbamos a tener 15 minutos de fama. Esa noche, en Santiago, sólo tuve 7 segundos y si bien no firmo autógrafos ni manejo un Roll Roys, no tengo Visa Golden ni casa en Buhama, no salgo en 'Polizontes' ni en 'Circo Beat', no compro Super VIP en los espectáculos ni mi ropa en 'CAÑA', sigo siendo muy feliz, muy fan, muy huevón.